Ocaso de la Luz

Inicio de la Era Cristiana

Germán Bravo

Viene de artículos anteriores) … Después de la sabiduría de Jesús de Nazareth y del Resplandor de Luz de los griegos, van a surgir los negros de hollín, como los denomina el maestro Joaquín Trincado, quienes se dedicarán a tratar impedir el despliegue de la sabiduría en el mundo.

            Como decíamos en nuestro Artículo anterior, después de la muerte de Pablo de Tarso aparece la Patrística, la cual tiene encomendada la elaboración de los dogmas de la nueva Religión cristiana.

Los santos padres son misólogos (desprecio a la razón); en consecuencia desprecian la filosofía griega, la cual se caracteriza por ser un Racionalismo; pero no obstante toman sus postulados, los mistifican y los utilizan para la elaboración de los dogmas del nuevo Cristianismo.

Una vez elaborados los dogmas, los mismos resultaron incompatibles con el pensamiento de Jesús de Nazareth. Como consecuencia de esta situación surgieron múltiples discrepancias, las cuales fueron catalogadas por los católicos como herejías. Entre las más importantes encontramos el Gnosticismo, el Pelagianismo, el Nestorianismo y el Arrianismo, entre otras. Aunque existían tres tipos de Gnosticismo, el más relevante fue el que pregonó la Gnosis especulativa, la cual estaba vinculada directamente con el conocimiento veraz de Jesús de Nazareth, así como con la sabiduría griega y el conocimiento oriental.

Simón el mago, uno de los primeros gnósticos y personaje bíblico, subordina al dios del Antiguo Testamento (Jehová) a una fuerza infinita que es puro Espíritu. En el año 1945 se descubrieron en Nag Hamadi (Alto Nilo, Egipto), un número considerable de manuscritos gnósticos, entre los cuales se encontró  El Libro Secreto del gran Espíritu Invisible, atribuido a Simón el Mago.

Iniciado el siglo IV de nuestra Era, el Cristianismo había crecido mucho y penetrado las clases elevadas; tanto así que cuando el Mitraísmo, la religión del Imperio Romano, celebraba el nacimiento de su Dios (Mitra), el cual había nacido un 25 de diciembre, el Cristianismo, a despecho y en virtud del fanatismo, se oponía a tal celebración originando enfrentamientos y, por ende, problemas sociales.

Con la finalidad de dar solución a esta problemática, el Emperador Constantino propone al Cristianismo declararlo como religión oficial del Imperio; pero bajo la condición de que pusieran a nacer a líder Jesús de Nazareth (aún no lo habían declarado como Dios) un 25 de diciembre, de una madre virgen y en un pesebre y que fue visitado por unos reyes magos; atributos éstos que correspondían al Dios Mitra del Imperio Romano, así como a todos los dioses de antigüedad. Esta idea de Constantino tenía la finalidad que cuando los mitraístas celebraran el nacimiento de su Dios, los cristianos harían lo mismo con Jesús de Nazareth y así no se sabría quien celebraba a quien y, en consecuencia, no se originarían problemas sociales: ¡El Emperador Constantino logró su objetivo!

A objeto de dar cumplimiento con lo propuesto por el Emperador Constantino, el Cristianismo, en el año 325, convoca a la celebración de un Concilio, en la ciudad de Nicea, donde fueron invitados los representantes de las principales religiones de la época, con el objetivo de crear una Religión Universal que sintetizara las creencias de cada una. A los representantes de estas religiones les pareció una magnífica idea, la cual aceptaron y aportaron sus escrituras con el objeto de que se elaborara una Escritura Sagrada común, la cual dio como resultado la Biblia.

Iniciado el Concilio, se aprobó lo de la Religión Universal, naciendo así la Religión Católica (el término “católico” significa universal).

Entre otras cosas que se aprobaron en dicho Concilio fue la propuesta de deificación de Jesús de Nazareth; es decir, se aprobó que Jesús de Nazareth era Dios. Si bien esta moción tuvo la oposición del Obispo Arrio y sus seguidores, no obstante la misma fue aprobada por mayoría de votos.

La aprobación de que Jesús de Nazareth era Dios originó otro grave problema; pues ahora el Cristianismo tiene dos dioses, el Padre y el Hijo, lo cual no existía en el Cristianismo Apostólico y era contrario a la concepción de Abraham y Moisés, quienes concebían la existencia de un Dios Único; es decir, el Monoteísmo. 

A los efectos de solucionar la grave problemática de la existencia de dos dioses, la nueva Religión Católica, cincuenta y seis años después, celebró el Primer Concilio de Constantinopla, en el año 381, donde plagia el sagrado símbolo del Trimurti esotérico y crea la espuria Santísima Trinidad; es decir, un dios triple: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo (tres en uno para asimilarlo al monoteísmo). A los efectos de fraguar esta impostura, el Cristianismo tomó del Trimurti caldeo o babilónico a la diosa Ishtar (la esposa de Dios), la cual estaba representada en una paloma, luego tomó a la magna figura del Espíritu de Verdad, al cual Jesús de Nazareth denominaba el Espíritu Santo, y crea la espuria Santísima Trinidad (Véase en el Evangelio de Juan los Versículos 14:16-17 y 26, donde se puede apreciar claramente que el Espíritu Santo es diferente de Jesús de Nazareth, lo cual demuestra que la apócrifa Santísima Trinidad no es un Dios triple; sino tres dioses diferentes).

  Con los acuerdos surgidos en el Concilio de Nicea nace lo que luego se conoció como el Cristianismo Niceno, totalmente contrario al Cristianismo Apostólico (Cristianismo Antiguo) y, por supuesto, totalmente diferente a la Doctrina de Jesús de Nazareth.

Con el nacimiento de la nueva Religión Católica (Véase el libro Apocalipsis para que se observen las coincidencias impresionantes con la Bestia 666) se inicia un complot contra la sabiduría griega; pero no obstante se toman algunos de sus principios y fundamentos filosóficos y los adaptan a la nueva dogmática católica; pero como la sabiduría filosófica griega es contraria al Cristianismo, éste se dedicó a implantar en las mentes de sus creyentes que la Filosofía era una cosa del Demonio (aún, después de más de dieciséis siglos, los cristianos protestantes de nuestros tiempos siguen predicando este absurdo). Esta perversidad se consolidará en la Época Medieval, en la cual el Cristianismo mistificará totalmente la Filosofía griega, sobre todo a Platón y a Aristóteles. (Próxima entrega: Ocaso de la Luz, doctrina de San Agustín)

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